Pregón del Villazgo de Aldeamayor de San Martín 2009


I
Había una vez un pueblo,
pequeño, bello y sereno,
(la villa de Aldeamayor,
compañeros, fue ese pueblo),
que a la sombra de un castillo,
corona de un alto cerro,
trabajaba sin descanso,
sin cuartel, de enero a enero,
abriéndole el surco al trigo,
pastoreando el cordero,
limpiando el pinar, rezando
los domingos en el templo.
La fortaleza vigila
de Portillo desde el cerro,
soberbia, de fuertes muros,
pidiendo tributos nuevos.
Todos los hombres la ven
cuando doblegan el cuello
sobre el surco y se desloman
a fin de pagar los diezmos.

II
El conde de Benavente,
noble de rancio abolengo,
quinto duque de Gandía,
es señor de aquellos términos.
Acostumbrado a mandar
y a que le obedezcan presto,
don Alfonso Pimentel
sin sujetar sus arrestos
a sus vasallos oprime
con la férula y el cetro.
Sobre aquellas dieciocho
poblaciones de su feudo,
Boecillo, La Pedraja,
también Tudela de Duero,
La Parrilla, La Cistiérniga,
Aldeamayor, y otros pueblos
que no voy a enumerar
porque se me haría eterno,
el despótico tirano
aplica mano de hierro
obligándoles al pago
de injustos y altos impuestos.
En los pueblos se murmura
que aquello ya es atropello.
Aún no ha brotado la mies,
aún no ha mamado el cordero
y ya se llevan el grano
y al pastor lo llevan preso.

III
No puede el sol enfriar
ni el arroyo estarse quedo,
así la historia no puede
ser siempre yugo del pueblo.
En el siglo diecisiete,
el Borbón Carlos tercero,
recorría los caminos
de los polvorientos feudos
preguntando a los pastores,
inquiriendo a los labriegos,
por los males que arrastraba
su dura vida de siervos
y por los mansos pinares
que a Portillo ponen cerco,
todos responde a una
con un mismo sentimiento:
la fortaleza es el yugo
que nos oprime los cuellos;
hoy oprime a nuestros hijos
y oprimió a nuestros abuelos.
Conmovido el rey alcalde
del resignado lamento
de aquel pueblo castellano
manda que se agrupen luego
siete pueblos y que formen
comunidad entre ellos
y se llame Aldeamayor
de San Martín aquel término
con privilegio de villa
y autonomía en impuestos.

IV
Y así aquel uno de mayo
el rey don Carlos tercero
del año setenta y seis,
fecha de mil setecientos,
le concede a Aldeamayor
del Villazgo el Privilegio
con su título de villa,
su carta y su ayuntamiento,
jurisdicción alta y baja
y los típico derechos
para que ejerza el alcalde
dentro de los propios términos
y hoy es villa renombrada
la que ayer fue pobre feudo.

Crispín d’Olot con cariño para Aldeamayor

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