Pregón del Carnaval Bañezano 2010
PREGÓN ESCRITO POR CRISPÍN D'OLOT -PREGONERO DE HONOR 2010- PARA LA APERTURA OFICIAL DE LOS CARNAVALES DE LA BAÑEZA (13/02/2010)
Había una vez un rey
melancólico y enfermo
de larga barba blanca,
ojos de nubarrón negro
y corazón de grises peñas y de brezo.
Había una vez un rey llamado Invierno.
Como todo gran señor
poseía un castillo muy altanero
construido en el principio de los tiempos
emplazado a más de dos mil metros
sobre las cumbres altas,
sobre las límpias cumbres del Teleno.
Desde allí el anciano rey
imponía su despótico gobierno
sobre toda viviente criatura,
señor de lo vivo y de lo muerto.
Y como todo gran monarca viejo
alimentaba de sombras un ejército:
su clarín era el lobo,
sus emisarios, los cuervos,
las raposas, sus espías,
sus jinetes los vientos,
sus arqueros, el granizo y la nevada,
su infantería, cellisca y aguacero.
Había una vez un rey huraño y viejo....
¡Cuántas veces dejo sentir su hastío
sobre campos marchitos y páramos desiertos!
¡Cuántas veces después de una rabieta
un manto blanco unió las cumbres y los huertos!
¡Y cuántas veces los árboles tronzó
y anego las praderas y vaguadas histérico!
Su talante infantil con egoísta vara regía;
todo lo ataba su desprecio:
a la débil viva criatura
y a la piedra, que no conoce el miedo.
Los caminos cegaba este monarca,
y torcía el cauce de los ríos en sus lechos;
los días acortaba
robándole a la tierra los rayos del sol bello
y avaro los guarda
bajo el manto de nubes de su imperio.
Se llevaba los frutos,
la mies, el trigo, el pan ameno,
e impedía que otra cosa naciese
que no fueran cenizas en su frígido reino.
Al ave silenciaba su canto generoso,
al débil, retiraba su sustento,
y era condenada a fatal muerte
la recién nacida criatura en su mano de hierro.
Había una vez un rey
que la vida envidiaba en sus adentros.
Su saña había sometido a todas las criaturas
pero...
una de ellas, quizá la más extraña,
no quería plegarse a sus deseos.
El hombre,
de todo lo creado bajo la capa del cielo,
era quien menos toleraba aquel reinado gélido.
El hombre, con fastidio,
se veía encorvado en su casa junto al fuego,
sin luz de sol,
sin amores,
esperando el deshielo,
empleando en mantener caliente el nido
su dinero.
De puertas para afuera usaba abrigo,
guantes, paraguas, botas, fieltros,
y si hablaba lo hacía muy bajito,
casi sin aliento,
porque el invierno, con una mano fría,
les tapaba la boca y mandaba silencio.
La lluvia, los días recortados,
las carreteras duras de nieve y hielo,
las máquinas de acero ruidosas
despejando el trayecto;
los achaques de la edad,
los resfriados tercos,
las gripes, resbalones y caídas,
hacían a los hombres soñar,
soñar despiertos,
con el curso de las aves migratorias,
con litorales espléndidos de luz y de mar plenos,
con latitudes donde la primavera
ejerciese su dulce gobierno.
Pero, ¡ay!, agria es la vida del hombre,
clavel tierno,
es breve y lo atan a su tierra
las carnales raíces del lamento.
Y así muchos soportaban
al saturnal monarca con estoico misterio.
Pero en un lugar de su dominio extenso,
hay una ciudad, una villa,
donde un alzamiento se está urdiendo
contra el rey poderoso
y su temible y espantoso ejército.
Vega adentro, La Bañeza,
La Bañeza, vega adentro,
labrada entre santos ríos,
el Duerna, el Órbigo, el Tuerto,
es el lugar, es la plaza,
es el corazón del sueño.
Allí, comenzó a gestarse
la rebelión del pueblo
contra el toque de queda del Invierno.
Allí la aguja y el dedal
con ayuda del corazón y del cerebro,
dirigidas por la ardiente fantasía,
la más encarnizada enemiga de los hielos,
su danza de patrones y recortes emprendieron:
coser y cortar, cortar y coser,
coser y cantar, cantar cosiendo,
contra la cárcel del rey del aterimiento.
Allí, en La Bañeza,
vega adentro, vega adentro,
allí, se pertrecho de paramentos
el más extraño ejército
que historiador alguno
registró en sus prolijos mamotretos.
Allí se disfrazó la población en pleno
a combatir al rey de los neveros.
Allí un ejército de hombres y mujeres,
de niños y de viejos,
salieron a la calle vestidos de arcoiris
a combatir a grados bajo cero.
¡Qué ejército tan pintoresco y fiero!
armado hasta los dientes de pelucas, de sombreros de bruja,
con purpurina charolando sus cabellos;
con bigotes de pega y barbas de jamelgo;
con parches en el ojo,
abrigos con remiendos...
¡Qué ejército tan pintoresco y fresco!
Marchan pintiparados
formando un desconcierto
que late a un solo ritmo
de corazón inmenso.
Son como un seísmo de alegría,
de locura un corrimiento,
como si los pinares de Tabuyo
se hubieran puesto en movimiento,
Abandonan sus casas, salen de ellas,
no importa el clarín de queda del invierno,
no importa que las fuentes se congelen,
que los coches no arranquen,
que no arraigue el fuego,
han tomado la calle los rebeldes
que avanzan contra el tedio.
De pronto hay un clamor de máscarasdiciendo:
-Huye, frío y seco invierno.
Es mejor que respetes La Bañeza,
que te guardes de este carnaval de fuego.
Retrocede a tu gélida morada,
torna a las pacientes cumbres blancas del Teleno.
Atrás, anciano desabrido,
porque aquí en La Bañeza ¡basta! hemos dicho y queremos
que sea de primavera nuestro invierno.
Basta de lloros y lamentaciones,
basta de penas, basta de padecimientos,
basta de rencores que nos hielan el pecho,
basta de desilusiones,
basta de resentimientos,
basta de mediocres vidas y de mediocres sueños,
basta de medias tintas.
Ahora manda el carnaval,
el bañezano alzamiento.
Vete rey de los grajos y de los chopos secos.
Abandona este lar por unos días,
retírate a tu cámara de hielo,
deja estas criaturas ser semillas,
semilleros de sueños aunque sea invierno.
Con máscara y disfraz de ti burlamos
saturno de grave y pesaroso ceño,
de tu guadaña de carámbanos
y de tu reló de viento.
Y si quieres buscarnos, rey Invierno,
te lo advierto, disfrazados jamás sabrás
quién dijo esto.
Y cuenta la leyenda que oyéndolo
huyó de La Bañeza horrorizado,
montado sobre un corcel de cierzo,
el implacable Invierno.
Hubo una vez un rey melancólico y enfermo.
Por ser los carnavales de La Bañeza unos de los carnavales con más tradición en España, Vosotros Sí Que Valéis.
Porque los bañezanos han corrido los carnavales con o sin prohibición, V. S. Q. V.
Porque cuando os disfrazáis no os conoce un la madre que os parió, V. S. Q. V.
Por venir de La Bañeza y también de Jiménez y de Requejo y de Soto y de Huerga y de Valcabao y de todos los pueblos de dentro y fuera de la comarca, V. S. Q. V.
Porque nada más concluir este carnaval ya estáis trabajando en el del próximo año, V. S. Q. V.
Porque mientras haya bañezanos, habrá carnaval, V. S. Q. V.